«El conductismo os hará libres»

He aquí una pequeña reflexión sobre el  libre albedrío, una cuestión más que polémica:

De acuerdo con Skinner, al encontrar las causas de nuestra conducta, la libertad se convierte en una hipótesis innecesaria. La ciencia de la conducta nos permite explicar por qué nos comportamos como lo hacemos y nos permite predecir el comportamiento futuro, apoyándonos en las leyes de aprendizaje. Cada comportamiento está condicionado o determinado por los acontecimientos que lo precedieron: por la hª de aprendizaje del individuo (tanto remota como inmediata), por las variables de su contexto, en definitiva, por factores ambientales.

Pero ¿es posible que se cumplan estos postulados en la práctica? ¿Podemos predecir con total seguridad cuál será el comportamiento futuro de un organismo? ¿En qué contextos podemos llegar a controlar tantas variables? Quizá  la postura determinista podamos entenderla o asumirla, por el momento, en  grados. Podemos predecir y controlar las conductas de los organismos hasta cierto punto, con cierto nivel de probabilidad podemos afirmar que ocurrirá una cosa o la otra si determinadas condiciones ambientales se dan, pero  no en todos los casos podemos asegurar lo que pasará. Los conocimientos y las herramientas que hoy en día tenemos para comprender el comportamiento humano, aún no son lo suficientemente potentes como para poder predecir al 100% la conducta futura de los organismos. La principal limitación es que no podemos reunir toda la información del ambiente de las personas, y por tanto, no podemos predecir con total seguridad lo que ocurrirá porque nuestro análisis funcional no es tan exhaustivo como debiera para tal fin. El no poder disponer de toda esta información viene explicado fundamentalmente por las limitaciones metodológicas de los instrumentos de recogida de información (¿podríamos disponer de herramientas más potentes para observar la conducta humana?), por cuestiones éticas (intimidad, etc.), y en parte, por las teorías científicas sobre el comportamiento humano en las que nos basamos, que aunque sean capaces de explicar gran parte del comportamiento humano, aún no son completas, debe seguir desarrollándose. Un ejemplo de esto último podemos encontrarlo en la explicación científica que manejamos para explicar la conducta verbal, ¿es suficiente con las teorías que manejamos sobre condicionamiento clásico y operante? ¿Necesitamos nuevas teorías? ¿Necesitamos reformular o remodelar las teorías básicas?

Estas limitaciones para disponer absolutamente de toda la información de las personas es  lo que nos ocurre en el ámbito de la práctica clínica (donde no podemos acceder ni controlar gran parte del ambiente del sujeto),  y en general, ocurre en  todos los contextos en los que queremos controlar o modificar el comportamiento humano. No es posible realizar macro-experimentos de laboratorio con humanos en los que controlemos todas las variables, por las limitaciones comentadas, y por tanto, por el momento, no se podrá DETERMINAR  la conducta futura de las personas.

Por otra parte, uno de los debates interesantes que se desprenden de la filosofía determinista es la RESPONSABILIDAD que tienen las personas en la realización de sus acciones. Que el comportamiento futuro venga determinado por acontecimientos previos no es contrario a que uno tenga responsabilidad sobre sus acciones. El poder explicar y predecir nuestra conducta, puesto que esta está determinada por acontecimientos previos, no significa que no tengamos posibilidad de elección o de cambio, al revés, cuanto más conocimiento tengamos sobre cómo funciona nuestra conducta, sobre las variables que la determinan, mayor será la capacidad de elección y cambio de nuestros comportamientos.  El entender el papel funcional de nuestros comportamientos es la llave para manipular esas variables que lo determinan, siempre con cierto margen puesto que incluso mi propia conducta de elegir esas opciones de respuesta estaría previamente determinada. Así, determinismo y libertad no son del todo incompatibles…¿o más bien determinismo e ilusión de libertad? en la medida en la que conozcamos y tengamos la posibilidad de manipular ciertas variables, tendremos algo más de control sobre el medio. La famosa frase: «el conocimiento os hará libres» va en esta línea, tener más información nos da más opciones de respuesta…lo cuál no es incompatible con entender que esto en sí mismo es determinista.

No es otro el objetivo que debatir y reflexionar, adelante.

17 Respuestas a “«El conductismo os hará libres»

  1. Pingback: Magapsine (07/03/2014) | dronte.es·

  2. Estoy totalmente de acuerdo contigo hasta el último párrafo.
    La responsabilidad no es un valor sagrado, y tiene que ser puesta en cuestión también. Lo que ocurre es que nos han enseñado desde que somos pequeños que es algo que no puede dudarse ni cuestionarse porque entonces todo sería un sindiós, y eso es un grave error, solo comprensible por el miedo que nos da dejar ir ciertas cosas.

    Parecería que al rechazar el concepto tradicional de «responsabilidad» y «culpa» lo que se está diciendo es que no tiene sentido castigar, o que uno puede hacer lo que sea sin que haya consecuencias. Es todo lo contrario: se cambia el énfasis en esas consecuencias de un «castigo» coloquial (eso que se hace para dar en las narices a alguien que ha hecho algo que no nos gusta) a un castigo técnico (lo que se hace para modificar la conducta de alguien)… o al refuerzo de conductas alternativas y no compatibles, claro. Esto, por supuesto, cambiaría todo nuestro sistema penitenciario y nuestra forma de entender la vida… Y por eso no va a ocurrir nunca. Pero sería genial que, de una vez, nos olvidáramos de la responsabilidad y la culpa y nos encargáramos de la reeducación y de establecer las contingencias adecuadas para que llevar a cabo ciertos comportamientos no conllevara ningún tipo de refuerzo.

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    • Estoy de acuerdo en el planteamiento central que haces: quizá hablar de responsabilidad si apoyamos una postura determinista carece de sentido, es contradictorio. Y sí es verdad que en muchas ocasiones centrar el análisis del problema en la culpa no ayuda a solucionar nada. No obstante, no es lo mismo responsabilidad que culpa. Eliminar el término responsabilidad, como dices, es prácticamente imposible en el el momento actual y me planteo que esto que propones de cambiar el sistema de contingencias actual y pasar a la reeducación es una utopía. Hay creado (o más bien opera) todo un sistema de contingencias en torno a lo que llamamos responsabilidad y estoy de acuerdo en que en buena parte no funciona pero ¿el cambio pasa por eliminar el término responsabilidad? ¿es ese el error del sistema?

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  3. Recuerdo a Skinner comentando, creo que en ese punto ya había hablado hasta la saciedad del tema, que en realidad preguntarse por la libertad del individuo carecía de sentido.

    Creo que añadiría al artículo la interesante distinción que hacía Skinner entre ser y sentir libre. Con la segunda no tenía problema alguno en sentirse o no libre. Y que su referencia y crítica iba más en el primer caso contra las literaturas de la libertad y la dignidad.
    Si no me falla la memoria era precisamente en «más allá de la libertad y la dignidad» que realiza esta reflexión.

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    • Gracias por tu aportación Jorge, creo que eso que señalas: la distinción entre ser libre y creerse libre es la conclusión a la que uno llega cuando reflexiona sobre estos temas.

      En general, tener más conocimiento sobre algo te hace tener una mayor sensación de libertad, crees que el tener conocimiento te va a hacer elegir entre varias opciones donde tú tienes ese poder o libertad pero lo cierto es que incluso estas opciones y la decisión que uno tome puede ser explicada por factores que la precedieron. No obstante, el percibir, el tener la sensación de libertad es algo, creo yo, tremendamente reforzante.

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  4. Muy buena reflexión. No podría estar más de acuerdo. Aunque tengamos teorías que ayudan a predecir la conducta, siempre hablamos en términos de probabilidad, pues es imposible controlar todas las variables. Esto no anula la capacidad de decisión de las personas (afortunadamente). Al fin y al cabo, eso es lo que postulamos los psicólogos: El cambio es posible. Podemos decidir poner en marcha otras conductas nuevas ante los mismos discriminativos y contemplar otras consecuencias derivadas de ello. Ciertamente, condicionamiento y libertad es posible.

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    • Hola Miriam,

      fíjate que aunque efectivamente en situaciones abiertas fuera de laboratorio, es muy díficil o imposible controlar las variables (no digamos la historia del individuo), de ello no se desprende que tengamos una «capacidad de decisión» y por ello una libertad.
      Precisamente las contingencias de control siguen estando ahí, más allá de que un psicólogo u otra persona pueda o no controlarlas.

      La libertad sería así y es un espejismo.
      Otra cosa diferente es que sientas que decides y que manipulas tus respuestas, pero eso no es sino adentrarnos en explicaciones tautológicas.

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  5. Hola Jorge!

    Estoy de acuerdo, pero entonces tenemos que admitir, que la «libertad» tal como está definida, no existe para nadie (animales ni personas) y en su lugar, a lo que nos deberíamos referir es a «sensación de libertad».

    De todos modos, cuando tu pruebas ante unos mismos discriminativos una conducta nueva, porque ya conoces las consecuencias de la anterior, se está poniendo en marcha un nuevo proceso de condicionamiento, puede que en parte favorecido por el aprendizaje derivado de las consecuencias negativas del anterior, pero al fin y al cabo, tu estás emitiendo una nueva conducta, cuando podrías haber seguido emitiendo la anterior, y si no la emitieras todo seguiría igual. Puede ser sensación de libertad (pues lo que ocurre es que has aprendido de las consecuencias anteriores), pero en la práctica, estas cambiando algo, porque decides hacerlo de otra manera y no del modo anterior.

    Lo que si que es claro es que hablar de condicionamiento no es hablar de determinismo.

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    • Sí, exactamente existe una sensación de libertad.

      Con respecto a la segunda parte: decir que «ya conoces las consecuencias de la anterior» genera diferentes problemáticas si lo hacemos desde el prisma mentalista.
      Es una explicación ajena al fenómeno. Tomemos por ej. un animal que ha sido expuesto a ciertas consecuencias. Imaginemos que estamos ante un programa de reforzamiento continuo. Ahora imaginemos que a la siguiente operante no proporcionamos consecuencia alguna. Tanto anteriormente como ahora lo que en realidad tenemos es un organismo cambiado, no un organismo que antes pensaba A y ahora piensa B. Decir que antes piensa una u otra cosa requiere así mismo de explicación y esta no es posible sin referirnos a las contingencias bajo las que está sometido dicho organismo.
      Caso de que admitiéramos que el organismo es el que cambia, quedaría por explicar por qué el organismo cambia «su parecer». Aquí tenemos dos vías. Una referente a apartados mentales o similares que queda sin explicar (a no ser que admitamos lo mental como origen de todo) y otra, en la cual conocemos la historia del sujeto, la cual «explica» de modo más natural y sin aludir a elementos foráneos no comprobables, dicha conducta.

      Tomemos otro ejemplo: aprender a montar en bicicleta. Sin duda tratamos de una interacción del sujeto con dicha bicicleta y el entorno en el que se mueve. Si eres tú el que elije, intenta después de varios días en los cuales ya sabes montar bien, actuar como el primer día: No puedes. Sí que puedes decirte a tí misma «estoy montando como cuando no sabía» ¿pero en realidad es eso lo que está ocurriendo?.
      Volvemos a lo de antes, somos organismos cambiados a cada momento, a pesar de que podamos decirnos «ahora elijo A o B y soy yo el que decide».

      Una última nota: no podemos separar en dos la persona de su conducta. Cuando nos comportamos lo hacemos como un todo, no partidos en dos. Constatar que me estoy comportando de tal o cual modo, no crea una nueva categoría fenomenológica ajena a ese comportamiento que a la vez puede explicarlo. De otro modo, el condicionamiento carecería de sentido y no estaríamos afectados por aquello con lo que interaccionamos: No podemos desprendernos, a la manera de espectador orteguiano, de ese entorno. Cambiamos el entorno y éste nos cambia a nosotros de un modo recíproco, sin terceras partes que «fácilmente» parecen explicarlo.

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      • Quizá me he explicado mal. En ningún momento he querido recurrir a mentalismos a la hora de explicar una conducta. Es cierto que en animales todo se ve más claro (al menos más simple), pero en personas también tenemos la conducta verbal que se puede explicar también por procesos de condicionamiento (sin recurrir a nada mental y oculto). Muchas de nuestras conductas las aprendemos simplemente porque se nos anticipan las contingencias sin necesidad de experimentarlas directamente. Eso explica que ante un discriminativo, podamos emitir cierta conducta en lugar de otra (aunque sea la primera vez que nos vemos en esa situación o contexto), por el simple hecho de anticipar (o eso nos han dicho) que la que emitimos va a ser reforzada con mayor probabilidad que la otra. El mero hecho de que se nos hayan anticipado las contingencias no nos determina a actuar de esa manera, pero el conocer las contingencias sí aumenta la probabilidad de que nos comportemos de la primera manera y no de la segunda. Lo que trato de defender es que cuando hablamos de condicionamiento hablamos de probabilidades y en ningún momento pretendo explicar el comportamiento desde fenómenos mentales, pues en todo caso, lo que ocurriría dentro de la persona sería un comportamiento verbal, y éste también es explicable.

        Por ejemplo, cuando en el ámbito clínico entrenamos a una persona para ejercer autocontrol en una determinada situación (y el autocontrol lo podemos operativizar: Dejar de emitir una conducta que es inmediatamente reforzada y emitir en su lugar otra que puede no ser reforzada en ese momento o incluso conllevar consecuencias negativas –por ejemplo, esfuerzo-, y cuyas consecuencias positivas se derivarán más a largo plazo), entrenas a la persona a controlar su conducta manifiesta a través de, por ejemplo, su conducta verbal (por medio de autoinstrucciones), y que ante los discriminativos apropiados sea capaz de anticipar cuál sería el comportamiento alternativo adecuado o también anticipar los beneficios futuros de renunciar a la conducta que será inmediatamente reforzada y de emitir la alternativa (la que queremos incorporar). Por el mero entrenamiento en sesión y por el mero uso por parte de la persona de autoinstrucciones (exposición a las contingencias de manera verbal) no nos garantizamos que se emita la conducta alternativa que queremos empezar a incorporar y reforzar, pero sí aumentamos la probabilidad de que ante esos discriminativos, la persona se comporte de una nueva manera. Está claro que siempre hay contingencias y una historia de aprendizaje de por medio, no sería psicóloga y menos conductista, si no lo creyera así, pero lo que defiendo es que las contingencias hablan de probabilidades y no de determinismos.

        Estoy de acuerdo contigo Jorge (puede que se me haya malinterpretado) en que, cuando me he referido a que la persona “decide” o “elige” esto es en realidad en base a contingencias de refuerzo (en ningún momento pretendo referirme a fenómenos mentales), pues, tomando de nuevo el ejemplo anterior, si la persona finalmente emite la conducta reforzada a corto plazo (la inadecuada que pretendemos cambiar), será en base a la historia previa de reforzamiento.

        Por cierto, ¡Un interesante debate! Gracias por los comentarios y por invitar a reflexionar

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        • Miriam,
          me parece muy clarificador y también muy bien hilada tu respuesta con la que concuerdo.

          Hay sí un detalle en el que quisiera ahondar.
          Venía a decir Skinner que con la mera conducta operante no podemos explicar todo el comportamiento. Creo que en eso estamos todos de acuerdo.
          El campo de conducta verbal añade sí, un mayor nivel de complejidad y si añadimos otro tipo de elementos, no ajenos a ella, como las relaciones de equivalencia y otros tipos de fenómenos, como la conducta gobernada por reglas que se entrevé en tu contestación, estamos así efectivamente en otro escalón más de esa complejidad.

          Ahora bien, aunque las instrucciones u otro tipo de elementos inciden en la respuesta, no determinando ésta en determinado sentido, ello no provoca indeterminación per se. Como típicamente se dice: es más conducta a explicar.
          Quizá el meollo está en que confundamos la falta de control por parte del experimentador con la determinación (control) o no de la operante.
          En alguno de estos casos el experimentador puede «mosquearse» al ver que sus sujetos experimentales no «hacen lo que deberían», pero volviendo a Skinner «el sujeto hace lo que tiene que hacer», somos nosotros los que no controlamos las variables.
          Así pues, manteniendo que la conducta está siempre determinada, la separaría del control que podamos o no establecer sobre ella.

          Aunque ya sería entrar en temas mayores, creo que la modificación de conducta no siempre distingue la conducta del experimentador de la del sujeto. Así por ejemplo cuando decimos que la conducta (la respuesta diría más bien) está controlada por sus consecuencias, en realidad estamos hablando del punto de vista del experimentador. Hablamos de algo que verdaderamente no es pertinente al sujeto, cuya conducta estará gobernada por la situación y contexto actuales más su historia interaccional: No es en verdad posible que mi conducta de escribir este mensaje mío esté controlado por lo que ocurra con él.

          Este último punto nos introduce en nuevos andurriales, pero quiere simplemente afianzar la idea de distinguir la conducta del sujeto de la del experimentador.

          Gracias también a tí Miriam por la discusión amigable. Es enriquecedora pues nos hace pensar al menos a los dos y quizá algún «fisgón» más. 🙂

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  10. Hola! Llego muy tarde al debate pero quería dejar mi opinión. Tengo la sensación de que a veces en la ciencia confundimos lo que, en términos filosóficos, se entiende por libre albedrío. Desde la filosofía aristotélica (la que, según mi punto de vista, hace un desarrollo sistematizado del concepto), el libre albedrío (LA) no es una libertad absoluta (poder elegir sin influencia de ninguna contingencia). Se entiende que el ser humano, como ser sensible y con capacidad de aprendizaje, no está libre de la influencia del contexto. Además, se entiende que el ser humano no está libre de sus necesidades (no podemos elegir no tener hambre nunca). Ahora bien, el LA es la capacidad de elegir entre dos opciones posibles tras un proceso de discernimiento (reflexión consciente, en el que entrarían todas las reglas verbales y demás). Se entiende pues que a mayor nivel de autoconocimiento, mayor nivel de LA. Además, hablando de reglas verbales, se está demostrando que la presencia de reglas verbales anula el contacto con contingencias reales (lo que de nuevo supone un problema ni queremos negar todo el mentalismo).

    Lo que me choca es que, si somos coherentes y negamos el LA, entonces no se puede decir tampoco que las personas decidan, estríctamente, o que cambien por una decisión propia. Obviamente, cuando uno reflexiona tiene en cuenta especialmente las contingencias de una determinada respuesta (uno quiere para sí lo que percibe como bueno, de esto tampoco somos libres; no podemos querer lo que percibimos como un mal para nosotros). En términos filosóficos, se dice que la voluntad no es libre de querer ciertas cosas, pero sí es libre de escoger ante otras cosas respecto de las cuales se halla indeterminada). O sea, cuando una persona escoge entre dos conductas y sus respectivas contingencias, Está realmente escogiendo o no?

    Decir que las personas no tienen capacidad de elegir me genera muchos problemas en la práctica clínica.

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