Conducta humana y feminismo. Entrevista a Sara Villoria sobre Psicología Riot

Sara Villoria

Hace algunos meses, Sara Villoria, Psicóloga sanitaria, experta en el análisis científico del comportamiento humano, comenzó un nuevo proyecto que une Psicología y feminismo: Psicología Riot. Desde Ciencia y Comportamiento, es un placer tener la oportunidad de conocer más a fondo dicho proyecto y poder compartirlo y difundirlo desde un blog dedicado a la Psicología Conductual. Esperamos que disfrutéis leyendo esta entrevista.

Ciencia y Comportamiento: Sara, en primer lugar ¡Mil gracias por dedicarnos un rato! Para nosotros es vital tener la oportunidad de reflexionar y difundir sobre diversos aspectos de la Psicología Conductual, y a mí, en particular, esta unión entre el análisis de la conducta desde una perspectiva feminista me parece un tema tremendamente atractivo e interesante. Para comenzar, me encantaría saber cómo y por qué surge esta idea de Psicología Riot, cuáles son sus principios y objetivos.

Sara Villoria: ¡Muchas gracias! Estoy encantada de poder participar en el blog, del que soy seguidora hace tiempo. Además, me han encantado las preguntas así que ¡vamos, allá! Espero que también puedan resultar de interés para más personas.

Psicología Riot nace hace sólo unos meses, aunque, sin darme cuenta, creo que llevaba gestándose en mí mucho tiempo antes. En realidad es una muestra y un gran pedazo de quién soy yo.

Mi pasión por la Psicología Clínica y la ciencia de la conducta, a la que me dedico profesionalmente y entrego con pasión, y la mirada y saber feminista que me ha permitido ir creciendo personalmente y, no sin esfuerzos, cada día me hace sentirme un poco más libre y menos condicionada por ciertos aprendizajes y presiones sociales.

Mi objetivo con este proyecto es hacer divulgación de la Psicología de la Conducta, aplicada a problemas cotidianos y de interés para las personas, esos que nos suceden a todxs en el día día, pero incorporando este enfoque que me parece completamente necesario. Creo que ahí estoy aportando mi pequeño granito de arena a contribuir a una sociedad más integradora, más justa, sensible e igualitaria. Y ojalá también una sociedad impregnada de aquellos valores feministas que construyen socialmente y repercuten en sus individuos y relaciones: a partir de los cuidados, el respeto, la empatía, la negociación, la libertad e independencia, la sororidad y compañerismo…

Sin feminismo no es posible una igualdad ni cambio social real. Sin este estaríamos hablando de un número vacío, de una situación de aparente equilibrio, tremendamente frágil y temporal. Es una cuestión de revolución contra todo nuestro sistema y las bases que lo asientan.

También me parece que esta unión entre feminismo y psicología de la conducta (científica) tiene algo de “revolucionario” en cuanto a siempre han aparentado ser aspectos reñidos. Al menos en los círculos de debate en los que yo me he movido, donde siempre he tenido experiencias desagradables al dar mi opinión al respecto. ¿Serían en realidad los “científicos” y no la ciencia el problema?

No podemos negar que, la ciencia, al igual que otros campos, ha estado impregnada de machismo a lo largo de su historia. A día de hoy sabemos lo complicado que era acceder a este mundo siendo mujer, los “techos” que ellas solían encontrarse, los derechos que no han tenido de igual manera que sus compañeros.

El método científico, en el que nos apoyamos para hallar evidencias, se basa en un pilar fundamental que es la observación y la formulación de hipótesis. Y no podemos obviar que los jueces y dueños de esas miradas tradicionalmente han sido y son hombres, que miran al contexto desde su perspectiva, sus aprendizajes, experiencias y valores.

Creo que es vital incorporar la perspectiva feminista, la de todos y todas, a esa mirada y formulación para así poder representar más ajustadamente la realidad y reajustar adecuadamente el conocimiento que tenemos.

A pesar de lo ambicioso que puede parecer el proyecto, voy despacio y poco a poco. Consciente de que tengo mucho que aprender y sin querer abarcar más de lo que puedo. Por ello me instalé en instagram, una aplicación que en sí no es para uso profesional y sí popular, que me permite estar cerca de la gente para, desde ahí generar diálogos, reflexiones y encuentros (de momento por vídeo) para hablar de estas cuestiones. Lo cierto es que no paro de tener nuevas ideas y me ilusiona ir poco a poco llevando esto a más, convirtiéndolas en eventos tangibles. Y sobre todo me hace muy feliz ver que hay personas que lo valoran y apoyan.

 Ciencia y Comportamiento: Lo cierto es que hacer este análisis desde una perspectiva científica sobre el feminismo es una idea muy innovadora y estoy de acuerdo contigo en que también necesaria. Por lo que entiendo, Riot en feminismo o más bien Riot Grrrl, nace en EE.UU como un movimiento de punk-rock feminista, enmarcado en  la tercera del feminismo ¿Nos cuentas un poco más sobre el nombre del proyecto Riot?

Sara Villoria: Eso es 😉 Se trató de un movimiento llevado a cabo por mujeres que pretendía crear un contexto en el que el cambio fuera posible y donde el objetivo era transformarlo todo. El cambio se depositaba en la acción de un@ mism@, en el `Do it Yourself´ (DIY o `Hazlo tú mismo´). Su campo de batalla era la cultura y la música principalmente. También la pintura, los fanzines, y toda expresión artística y cultural-política alternativa. Con su auge en los años 90, y también apoyado y formado por hombres (como Nirvana, Propagandhi…), algunas bandas integradas por mujeres como Bikini Kill, Sleater Kinney, Hole, … dieron voz y presencia a este movimiento: `´Riot Grrrl´, que no solo atendía a la letra y a la forma de la música, sino a la manera de compartirla con los demás, a su relación con el público receptor. `Girls to the front´ se convirtió en una de las frases más escuchadas en los conciertos, en la que las artistas invitaban a las mujeres a ir a las primeras filas, a no sentirse intimidadas por los hombres y su manera de comportarse, a veces violentamente, en esos espacios.

https://www.youtube.com/watch?v=bOCWma5vOiQ

 Mi conexión con la música y las riot grrrls es debido a mi otra pasión, la música. Desde adolescente empecé a tocar la guitarra eléctrica y a cantar para más adelante empezar a montar grupos y dar conciertos. Ha sido y es un espacio que me da vida y donde me siento a gusto y realizada. Donde he conocido a grandes amigas y amigos y me he probado a mi misma y enfrentado a miles de miedos. Ha sido también un mundo en el que crecer, a veces chocando duramente con la realidad, encontrándome en medio de un ambiente en ocasiones muy machista, de barreras y condicionantes hacia nosotras y violencia en muchas formas.

Desde hace mucho tiempo me identifico con el movimiento riot grrrl y desde el feminismo y sus valores hago música, compongo y me rodeo de compañerxs. Me pareció un camino similar al que yo quería empezar a andar ahora profesionalmente y de ahí la fusión de `Psicología´y `Riot´. Un intento de movimiento inspirado en las que lo removieron todo e impactaron en la sociedad y cultura del momento.

Ciencia y Comportamiento: El machismo ha estado y sigue estando muy presente en la sociedad, es incuestionable. Me parece necesario no sólo el análisis político o ideológico, sino el psicológico (aunque me pregunto si acaso se pueden separar del todo estos análisis). Me gustaría que nos dieras tu perspectiva sobre cómo ha funcionado y funciona el machismo desde un análisis científico del comportamiento humano, es decir, que hicieras un pequeño análisis funcional sobre por qué nos comportamos de forma machista.  Sé que esta pregunta que planteo a continuación no es sencilla, es muy genérica y es utópico querer tener una respuesta completa al respecto, pero teniendo todo ello en cuenta, sería extraordinario leer unas líneas que lo enmarquen ☺

Sara Villoria:

Es difícil, sí, pero voy a intentar aproximarme. Quizá podemos partir de la base de que toda nuestra estructura social, económica y política es machista. Desde que nacemos nos encontramos en un contexto que está completamente impregnado y atravesado por ese tipo de desigualdad, este tipo de comportamientos, creencias y valores que subordinan a la mujer y lo femenino al hombre y/o lo masculino. Además, no se trata de un contexto nuevo sino con tradición e historia, consolidado.

Biológicamente hombres y mujeres somos diferentes, pero esta discriminación machista hace referencia al género con el que nos identificamos. Por eso, aquellos hombres que se aproximan de alguna manera a “lo femenino” son sancionados a nivel social así como se niega la inclusión de la mujer o lo femenino en el mundo de lo masculino. El privilegio solo puede ir en esa dirección.  Se demoniza o menosprecia lo femenino,  se invalida en beneficio de “su opuesto”. Se trata de una estructura de poder que encuentra su equilibrio en mantener vigente esta desigualdad.

¿Y cómo se mantiene y acabamos comportándonos hombres y mujeres de manera machista?

Vamos a remontarnos a lo básico. Desde pequeñxs, antes de tener un criterio, ideología y una manera de relacionarnos y movernos por el mundo estamos aprendiendo y absorbiendo conocimiento para nuestro desarrollo. Las personas aprendemos de 3 maneras fundamentales: a partir del contacto directo con la experiencia (condicionamiento clásico y operante), a partir también de modelado y del lenguaje. En todos esos planos, lo que vamos recogiendo unos y otros es información y aprendizajes en ocasiones muy distintos (incluso en un mismo contexto, como puede ser el familiar o escolar).

Las mujeres aprendemos precisamente que hay lugares a los que no tenemos acceso, bien porque no nos invitan, bien porque cuando tratamos de acceder somos rechazadas o nos hacen sentir malestar o bien porque nos dicen que no es sitio para nosotras. En la música, por ejemplo, es habitual no invitarnos ni animarnos a tocar un instrumento, o montar un grupo o componer. Es más, si lo hacemos, es común encontrarnos teniendo que lidiar con las sospechas acerca de nuestra capacidad. En mi caso me costó ser aceptada como guitarrista y no como cantante, a pesar que de esto último no tenía ninguna formación. “Eres muy dulce y no te queda bien tener un sonido distorsionado en la guitarra. Además, la parte solista la puede hacer un chico”, me dijeron en varias ocasiones. Me habría resignado a no intentarlo más de no ser por el impacto de modelos, en este caso mujeres músicas tocando juntas sin necesidad de sentirse apoyadas por hombres para llevarlo a cabo. Eso dio significado a mi objetivo y lo transformó en posible.

Hay situaciones que aprendemos que no podemos o debemos cambiar, y así observamos que pasa a nuestro alrededor: madres, hermanas, amigas,…. Por ejemplo, ante la desigualdad a la hora de tener responsabilidades en la convivencia y tareas de casa. La impotencia de ciertos comportamientos de hombres hacia nosotras puesto que “los hombres son así, no lo pueden evitar”.

Hay cuestiones que se plantean inamovibles, como qué se espera y es correcto de una mujer vs. de un hombre, cómo nos comportamos cada uno,… Tan condicionados desde que nacemos, prácticamente. Rosa y azul. A través de juegos que implican para ellas ponerse guapas o jugar a cuidar bebés vs. juegos de aventuras, videojuegos de lucha o fútbol para ellos, que nos invitan a comportarnos acorde al género que nos ha sido asignado. 

También hay miedos y situaciones de riesgo que siempre nos acompañan y sin embargo no nos enseñan a hacer frente ni se trata de cambiar. Estar sola es señalado como un peligro en gran parte de nuestros contextos, por lo que es habitual tener miedo a esta situación. También es común el miedo al conflicto (físico y verbal) “Es peor si le enfadas. Mejor pasa, haz como si nada”, “Ten cuidado a ver si te va pasar algo malo” o “a palabras necias, oídos sordos”. También el entrenamiento en depender de los demás y “ser a partir del otro” (eso de ser la acompañante, la amiga, la hija, la novia y sentirnos bien por ese alcance). En realidad, infinidad de aprendizajes imposibles de abarcar de esta manera pero que podemos resumir en: nuestro autoconcepto, nuestra relación con ese `yo´y este respecto a los demás, y nuestra relación con nuestro contexto. En todos ellos encontramos esa desigualdad estructural.

Para nosotras, el motivo principal para la acción es la seguridad, puesto que nuestro mundo está repleto de peligros, miedos y normas. Esto se mantiene en el tiempo puesto que seguimos educando e instruyendo en esa construcción, porque las normas y valores que dirigen en ocasiones nuestra conducta nos hacen insensibles a las contingencias de nuestro contexto o nos plantean una enorme dificultad para cuestionarlas y cambiarlas a partir de la acción. Éstas, a veces aprendidas de manera explícita y otras derivadas a partir de claves contextuales. Se tratan de reglas verbales que en su mayoría son de tipo valorativo “Ser buena mujer”, “así hacen las chicas decentes”, etc. y nos entrenan en estar bajo el control de los valores sociales, teniendo así menos control privado. Además, por refuerzo negativo instauramos de manera principal un patrón de conducta de evitar lo que tememos, “mirar a otro lado” o resignarnos a nuestra realidad. El alivio de pensar que actuamos correctamente, que no hacemos nada malo, de no obtener castigo del medio, de sentirnos seguras… es tan potente que salir de ahí se convierte en una tarea muy difícil. A veces tan alejadas verbal y experiencialmente de que otra realidad es posible que podemos llegar a entender eso de “no sentir poder hacer nada al respecto”. Es decir, puede haber situaciones en las que no ser conscientes de que nuestro mundo podría ser diferente, ni saber cómo hacerlo posible es fácilmente explicable. Nuestro aprendizaje no permite que forme parte de nuestro imaginario de manera sencilla.

A ellos les mueve principalmente la exploración, puesto que desde la seguridad proporcionada es más fácil atreverse a crecer y probar nuevas experiencias. Además, su mundo normativo es muchísimo menos limitante y les permite ponerse en contacto con sus objetivos y valores personales, con las consecuencias naturales (y no tanto valorativas) de su acción, pudiendo así enfrentar miedos desde la experiencia y aprender con mayor facilidad de sí mismos. Se mueven principalmente por refuerzo positivo y se mantiene en el tiempo debido a lo altamente gratificante que supone sentirse realizado, seguro, exitoso y valioso.

Todo este recorrido por nuestros aprendizajes me ha parecido interesante ya que explica muy bien nuestra predisposición a no cuestionarnos este sistema, a validarlo y mantenerlo, incluso aunque muchas de las personas que habitamos en él estemos sufriendo o siendo colocadas en una posición de inferioridad.

Para los hombres, en gran parte resulta una dinámica muy satisfactoria. Supone facilidades, poder y bienestar en muchos aspectos. Y aunque tal y como se concibe al hombre desde el machismo, puede resultar para muchxs insultante y limitante, puesto que no son libres de comportarse como necesiten y quieran sino como se espera de ellos y es válido según este modelo, un cambio aquí requiere por parte de ellos un gran trabajo personal. De conexión de su conducta con esos valores que tienen que ver con la igualdad (real), la empatía, el compañerismo, el rechazo de la violencia,… Eso que tanto ha sido tachado de femenino en ocasiones, y por tanto, castigado.

Cada vez más, a partir de cambios en la educación estamos consiguiendo compartir estos principios. Pero incluso en esta situación ideal, supone un ejercicio de autocrítica y de rechazo de algunos privilegios que hasta ahora posiblemente han tenido. Supone relacionarse con el valor de comportarse de manera feminista, frente a al valor de tener privilegios a corto plazo. Bajar un escalón para estar en igualdad de condiciones respecto a nosotras.

Para las mujeres supone pelearse, conflicto. Abandonar un rol, que aunque es doloroso y en según qué condiciones, hasta nos matan, una lucha muy complicada y dura de lidiar. Sin guías tan claras como en otros aspectos. Eso de cuestionar las normas y los valores, comportarnos en otra dirección genera ese sentimiento de “andar perdida” y por tanto, no saber si se hace bien o mal, si es adecuado o no, incluso si me hace sentir mejor no. Y ese cambio que puede dar una mujer al plantearse muchos aspectos de su vida como machistas no será fácil para ella. Se encontrará con incomprensión por gran parte de su círculo, rechazo del tipo “feminazi”, “qué exagerada”, “pero qué más quieres si ya tenéis los mismos derechos”.

Hay una frase muy conocida que dice “Para iniciar una revolución feminista sólo hace falta una amiga”. Y es cierto. Una amiga, o varias, supone validación de lo que sentimos: del miedo, del dolor, de la ilusión, de nuestros sueños y aspiraciones. Supone comprensión sobre aquellas experiencias en las que nos vemos perdidas y sin embargo sabemos que hay mucho que hacer. Viene a reforzar y a generar nuevas contingencias respecto a los pasos que vamos a dar. Supone modelos positivos, puesto que unas se enseñan a otras e inspiran. Lo hacen posible. Es aquí donde nos empezamos a relacionar con lo maravilloso del feminismo. Aquella parte que, desde el apoyo y la acción, nos permite que comencemos  a no tolerar situaciones que hemos tolerado hasta la fecha, a ser ambiciosas (en el sentido no machista de la palabra) y plantearnos sin miedo objetivos, a pasar a la acción sin tanto cuestionamiento, a no conformarnos, a sentir el derecho y seguridad para hacer cambios en nuestras relaciones no horizontales, para defendernos,… Nos sentimos más libres y ya no nos sentimos solas.

Ciencia y Comportamiento: (se oyen aplausos) ¡Qué interesante, Sara! Sigamos realizando este análisis del comportamiento con gafas moradas ¡Esto engancha! Centrándonos en la psicología clínica o sanitaria aplicada, ¿Crees que es necesaria, o al menos favorecedora, una perspectiva feminista para realizar un adecuado análisis e intervención psicológica? ¿Por qué? ¿En todas las demandas o problemáticas? ¿En alguna en particular?

Sara Villoria: Para mí la Psicología no solo tiene valor e interés en sí misma sino que siempre he entendido que, como psicólogxs tenemos la responsabilidad de tratar de aplicar todo ese conocimiento e investigación de la que disponemos a aquellos contextos donde nos puede resultar de utilidad y mejora. Eso hace referencia no solo a problemas de la vida diaria, individuales, sino que puede atender a un nivel superior como malestares y dificultades sociales y políticas.

Me parece necesario ajustar nuestro análisis al contexto en el que vivimos, aprendemos, nos relacionamos y nos conformamos como individuos. No tener presente una visión ajustada de nuestro contexto social es saltarnos una parte esencial y necesaria de nuestro análisis. Es jugar a negar la presencia de una serie de variables que no solo están ahí, sino que lo impregnan todo: desde nuestros primeros aprendizajes a nuestras últimas relaciones.

En ocasiones, como una variable más que ayude a explicar por qué a veces “nos comportamos como nos comportamos” así como también puede ser la pieza clave del problema en relaciones de pareja, relaciones laborales, problemas de ansiedad,… y la más importante de todas, la relación con nosotras y nosotros mismos. Porque vivir en un ambiente machista nos afecta a todos, también a los hombres.

Por ejemplo, yo me formé de manera más específica en problemas de la conducta alimentaria y he echado totalmente en falta un enfoque feminista en la formación y abordaje clínico, que tratara y explicara adecuadamente por qué a veces las mujeres crecemos y vivimos relacionándonos aversivamente con nuestro cuerpo y nuestra imagen, por qué el peso cobra tanto poder y valor, por qué salirnos del “cánon” de belleza resulta tan complicado de aceptar,… hasta cuestiones más abstractas como por qué muchas mujeres somos educadas en la complaciencia, en no defender nuestros derechos (o no (poder) hacerlo en según qué condiciones), por qué nos cuesta eso de “hacer nuestro” también el espacio que es de otros, por qué tenemos miedo a determinados espacios o a comportarnos despreocupada o espontáneamente, o alejadas de nuestro supuesto rol femenino,…

Me parece peligroso no contar con esta perspectiva porque creo que nos puede llevar a errores importantes en nuestro trabajo e incluso añadir mayor sufrimiento al que ya tengan las personas con las que trabajemos.

Por poner ejemplos, que podrían ser infinitos: podemos llegar a normalizar una situación de pareja en la que hay sufrimiento o relaciones de poder. Reforzar conductas inadecuadas o castigar las adecuadas,  y/o extinguir comportamientos que son valiosos. Invalidar el malestar de una mujer ante una situación de desigualdad o de violencia poco explícita (por ejemplo, ante los llamados micromachismos, que a veces requieren una especial atención a nuestro análisis contextual). Entrenarla a priorizar por los demás en vez de por ella, no ayudarla a construir un concepto de sí misma más independiente y ajustado.

También podemos validar la conducta de un hombre que no es horizontal ni ajusta por el hecho de ser un hombre (o de ser padre, o jefe,…), valorar inadecuadamente una correcta expresión emocional por su parte o su comportamiento en relación a valores feministas y de equidad, e infinidad de situaciones más.

En definitiva, sin incorporar perspectiva feminista me parece complicado ofrecer una ayuda ajustada y que permita avanzar, no solo al individuo sino a la sociedad en general.

Ciencia y Comportamiento: Totalmente de acuerdo, desde mi perspectiva, en todos aquellos problemas de alimentación, imagen corporal, pareja y sexualidad me parece absolutamente necesario tener clara la perspectiva feminista porque es una variable disposicional como una casa, y desde luego en muchos otros casos es importante que esté presente. Sara, creo que ya te he “exprimido” suficiente con esta entrevista, ¡Muchísimas gracias nuevamente por esta colaboración! Esperemos que no sea la última y podamos exprimirte un poquito más ¡Te deseo mucho  éxito con tu proyecto Psicología Riot! Haces un trabajo muy bonito y necesario y ha sido un placer estar en contacto con él.

Sara Villoria: Ha sido un placer, de verdad. Muchas gracias a vosotrxs, y en especial a ti, Rebeca, por mostrar tanto interés por el proyecto y querer darle un espacio y visibilización desde Ciencia y Comportamiento. También valoro mucho tu trabajo y aportación a la psicología y su divulgación. Por mi parte, hablamos siempre que os apetezca 😉

Sara Villoria es Psicóloga Sanitaria en Nexo Psicología Aplicada, es fundadora de Psicología Riot, Máster en Psicología Clínica y de la Salud en Nexo Psicología Aplicada y experta en problemas de la conducta alimentaria.

Puedes encontrar a Psicología Riot en:

Instagram (espacio principal del proyecto): psicologiariot

Twitter: @SaraVilloriaPs

Email: psicologiariot@gmail.com

http://www.nexopsicologia.com

 

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photo credit: Alejo Manuel Avila <a href=»http://www.flickr.com/photos/141086893@N08/37204784650″>Pañuelos verdes</a> via <a href=»http://photopin.com»>photopin</a> <a href=»https://creativecommons.org/licenses/by-nc/2.0/»>(license)</a>

2 Respuestas a “Conducta humana y feminismo. Entrevista a Sara Villoria sobre Psicología Riot

  1. Desde que habla de «todos y todas», expresión inadecuada en nuestro idioma y de una mirada machista del observador ya la lleva al mismo lugar que el feminismo absurdo. Mezclar ideología con ciencia no es adecuado.

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    • Negar el sesgo androcéntrico histórico de la producción científica ya habla de una necedad increíble. Abrí un poco la cabeza. Existe toda una rama de la epistemología que lo evidencia, sólo hace falta tener interés en el tema 😉 Mis aplausos y mis respetos para Sara. Incorporar la perspectiva feminista a la psicología científica me parece fundamental. Seguiré tus aportes.

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